viernes, 6 de mayo de 2016

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Hoy prefiero que piensen que miento,
que me siento culpable hasta de haber nacido.
Vine al mundo con las manos
manchadas de sangre
-como tú-
con el cordón umbilical enrollado
alrededor del cuello
y un cuerpo que antes fue cárcel,
también isla, a veces incendio,
otras tenue llama parpadeante
pendiente de tan solo un suspiro.

El que cree pierde,
lo aprendí por ahí.
La piel que ayer mordí
hoy son partículas de polvo
y aquello que dije el otro día
probablemente nadie lo recuerde ya.
Y qué le hago,
si los Otros son castigo
y los míos están lejos,
si algunos están muertos
y ellos son los menos,
si soy El Único y a la vez el resto
de todas mis versiones.

Qué importa,
asesiné al condicional
junto a las basarawa
mientras me limaban los dientes
y aun escucho al alba voces
que permanecen en absoluto silencio sepulcral.
Que hablen, que digan
eres un bosque 
y una noche de árboles oscuros,
un subterfugio,
el secreto sin espinas
bajo aquellos cipreses.