miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nada sucederá

Marinos en la Piscina, de Eugene Jansson
Más despacio
ralentizad el ritmo
parad el tiempo,
descansad.

Habéis hecho un gran trabajo,
habéis agotado a la máquina
ahora perezosa,
vencida.

La muerte nos hará libres
la muerte,
la muerte llega cuando acaba la música
de los rotores y engranajes.
Nadie quiere ya hacerse cargo
¿para qué?
¿para seguir con este baile frenético?
Ya no nos hacen falta las pastillas ni los polvos
¿para qué?
¿para alimentar el depósito de esta vieja máquina?

Esperaremos a que lo haga otro,
no lo hará.
Dejaremos pasar las horas y los días,
los meses y los años.
Aguantaremos.
Permaneceremos tumbados
sobre los restos de la chatarra,
de cables, tuercas y rodamientos.

Caerá la producción, caerán los mitos,
caerá la noche sobre nuestras cabezas
con su cielo abandonado de estrellas
bajo las nubes tóxicas de la ciudad.

Nada acontecerá,
todas las tareas inacabadas
primero postergadas y luego abandonadas
ni siquiera colapsarán.
Nada.

Y mientras amanezca de nuevo
seguiremos durmiendo
y que salga el sol por donde quiera.
Llegará el día y con él la muerte,
demasiado tarde,
nosotros ya nos fuimos al quedarnos aquí esperando,
aquí,
esperando a que nadie arregle la máquina.